miércoles, 30 de abril de 2014

Mis amigos


Desde mi ingreso al colegio establecí mis primeras amistades. Se podría pensar que las amistades en edades tan tempranas no son verdaderas amistades porque aun no se tiene conciencia de muchas cosas. Pero en realidad, es lo contrario. Las amistades en la infancia son las más importantes porque son las que están ahí en esa parte tan importante del crecimiento. El amor y la amistad son puros en su totalidad. Incluso, en algunos casos, las amistades que se forjan tan temprano son tan fuertes que duran muchos años. Como es mi caso, con mis 4 mejores amigos.


Todos dicen que el bachillerato es la etapa más bonita, porque se hacen las amistades que duran toda la vida. Y tienen razón. 

El bachillerato puede ser muy duro, complicado y frustrante si se está solo. Clases nuevas, maestros nuevos, un ambiente completamente distinto al de primaria. Es un cambio brusco y difícil incluso para los que ya tienen hechas amistades. Por ello, son necesarias las amistades para pasar por todo el proceso de transición. Yo y mis 4 mejores amigos se nos hizo difícil el cambio, pero juntos lo logramos, incluso añadimos a muchos más miembros en nuestros círculos de amistades.


Luego, más adelante, cuando ya el problema de el cambio de ambiente no es un problema, las demás relaciones sociales son lo que angustia a más de uno. Peleas, rompimientos, celos, parejas, mentiras, reconciliaciones. Un puñado de emociones se juegan en esta etapa, por muchas razones, tanto psicológicas, por el paso a la pubertad y la adolescencia, entre otras cosas. Pero, a fin de cuentas, los que al inicio éramos 4, ahora éramos toda una familia.

Ya luego viene el alivio y al mismo tiempo el dolor de cabeza de todo bachiller: La graduación. Desde el comienzo del año escolar hasta el final los alumnos van de pruebas de admisiones en pruebas de admisiones, entregando notas, imprimiendo una cantidad de papeleo que volvería loco a cualquiera. Pero al mismo tiempo tenemos la tristeza (y el alivio) de saber que se acabó. Se acabaron todos los dramas de colegio, el timbre, las caras conocidas de los profesores, el aire tan familiar y cálido que trae el colegio.

El solo pensarlo pone triste a cualquiera. Es allí cuando miras atrás y te das cuenta la cantidad de amigos que has hecho, las amistadas forjadas a sudor y lágrimas, y te duele aún más saber que ahora todos tomarán caminos separados.

Mis amigos y yo siempre, antes, durante y después de el colegio, hemos tenido una relación, por su puesto no tan cercana como en el colegio, pero si bastante más fuerte y valiosa que antes. Es ahora, en la universidad, cuando entiendes lo importantes que fueron esas amistades en tu vida y en tu formación como ser humano. En lo determinantes que fueron para la persona que eres hoy.

Las amistades hechas en la universidad son mucho más profesionales. Son amistades pocas las que duran luego, y si lo hacen, no serán ni la mitad de representativas en tu vida como lo fueron las que has hecho en tu tiempo en el colegio. 

Aún así estas amistades prosperan y te ayudan a seguir progresando y seguir con tu formación profesional y como ser humano.


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